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Desde Brumadinho, en la región de Minas Gerais, Brasil, se realizó la celebración de clausura de la Semana Laudato Si’. El arzobispo local, monseñor Vicente Ferreira, presidió un momento de oración que tuvo conmovedores gestos hacia las víctimas de las tragedias climáticas ocurridas en la región.

El homenaje a las víctimas

Antes de comenzar la celebración, se realizó un momento especial para recordar a las 273 víctimas que han sufrido las consecuencias de las tragedias climáticas en la región, en particular la ocurrida el 25 de enero de 2019 en Brumadinho, “la mayor tragedia ambiental de nuestro país”. Junto al altar, se observó un pilar con las fotos de las víctimas y las palabras memoria, reparación, justicia y ecología integral.

Asimismo, se recordaron “a todas las víctimas de otras tragedias causadas por la codicia, la ambición y la falta de respeto”. Todos ellos “están en nuestra memoria y fortalecen nuestro grito para que todas las vidas sean valoradas y respetadas, en un nuevo mundo posible”, mencionó el animador guía.

MIRA: La oración de clausura desde Brumadinho aquí:

Mons. Vicente Ferreira

 

Luego de leer el Evangelio, monseñor Ferreira, dio las gracias a todos los presentes e hizo mención al arte, como “un nuevo modo de vivir con la creación”. Hablando sobre la lectura escuchada del libro de la Sabiduría, dijo que “los seres humanos no pueden tomar el lugar de Dios. Cada vez que ellos tomaron el lugar de Dios, las cosas no funcionaron bien”.

El obispo afirmó que “comprender a Dios es uno de los retos más grandes de la sociedad actual”, advirtiendo sobre el peligro de colocar al dinero y la avaricia en el centro, que muchos hombres vivencian; y al final “los dueños de la economía se olvidan de proteger el corazón de nuestro mundo”.

Luego hizo mención a la minería, que en la región de Minas Gerais “está lastimando a nuestra tierra, está lastimando a Brasil en el Amazonas y también en las tierras indígenas. Todas estas cosas nos muestran cuán alejados estamos de la creación”, reflexionó, recordando que quienes más sufren estas consecuencias son los pobres y las comunidades indígenas.

“¿Por qué el desastre de Brumadinho ha sido ignorado? ¿Qué pasó en el corazón de las madres que perdieron a sus hijos?”, se preguntó luego y afirmó: “La palabra de Dios nos recuerda que todo está conectado”. 

Finalmente, monseñor Ferreira dijo que “solo el corazón de los pobres y los humildes puede comprender este mensaje”, dirigiéndose a cada uno de los presentes y a los conectados por las redes: “Necesitas tener un corazón amable para que la sabiduría de Dios llegue a ti”.

Regina, madre de una víctima

Seguidamente, en representación de la Asociación de las Familias de las Víctimas, la señora Regina, quien perdió a su hija Priscila de 29 años, dio su testimonio. “Mi hija hizo todo lo que tenía que hacer en esta vida para Dios”. “Dejó este mundo con una de las maneras más violentas y crueles en que uno puede morir”, expresó la madre, entre lágrimas. 

Recordando la catástrofe en la que falleció su hija, y otras sucesivas, dijo a los presentes: “Hemos tenido sequías e inundaciones y aun así el día de hoy no estamos colaborando para evitar esto. No nos damos cuenta que de nuestras acciones depende”, animando a las personas a reducir su consumismo, y agregó: “No podemos permitir que las compañías mineras hagan lo que quieran en nuestra ciudad. Tenemos que estar unidos y actuar”.

Más adelante se realizó un gesto de la luz. El Cirio Pascual ingresó por el pasillo central del templo y todas las personas presentes encendieron velas. “Que tu luz nazca en nuestros corazones y brille con amor y con gracia, irradiando esperanza para las multitudes”, expresó el canto. 

Regina encendiendo su vela en el gesto de la luz

Jóvenes de la comunidad leyeron una oración por nuestra Tierra: “Derrama sobre nosotros la fuerza de tu amor para cuidar la vida y la belleza. Llénanos de paz para que podamos vivir como hermanos y hermanas”. Clamaron al Dios de los pobres para sanar la vida de cada uno de los presentes, “para que sembremos belleza y no contaminación o destrucción”.

Luego el obispo pidió un momento de silencio para recordar a las 273 víctimas. Invitó a los presentes a recordar a aquellas personas fallecidas y a decir en voz alta sus nombres, observando sus rostros en la luz de las velas que cada uno tenía en sus manos. 

Al realizar la oración final, monseñor Ferreira invitó a mirar a la Virgen María, quien también tuvo que sufrir la pérdida de su hijo, Jesús, y toda la asamblea cantó el Magníficat. El obispo de Minas Gerais agradeció a todos los que trabajaron para hacer posible la oración. “Podemos ir en paz y en esperanza, y finalizar esta Semana Laudato Si’”.