Las comunidades religiosas están en la primera línea de la conversión ecológica. Aunque muchas veces no se conoce, muchas congregaciones religiosas fueron pioneros en poner en práctica la eco-espiritualidad, incluso mucho antes de la publicación de Laudato Si’.
En el seminario web de este jueves 20 de mayo, “Sembrando esperanza para el planeta”, religiosas y religiosos de distintas comunidades alrededor del mundo explicaron cuáles son los distintos niveles para vivir una eco-espiritualidad óptima.
La hermana Jyotisha Kannamkal SND, desde India, realizó la oración introductoria del evento, en la que invitó a la audiencia a orar por la creación y especialmente por la situación delicada de Covid-19 que atraviesa la India.
La hermana Leetta Hammack, de las Hermanas de Notre Dame, de Paraguay, explicó el primer nivel: la conversión ecológica comienza en lo personal; y luego se da en un plano comunitario.
“Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea” (LS 217), nos mencionaba el Papa Francisco en Laudato Si’.
“El mundo puede cambiar a través de la transformación de las personas”, afirmó la religiosa, y agregó: “Hemos sido transformados en la manera en la que nos relacionamos con la naturaleza”.
Para la hermana Leetta, “Laudato Si’ y Fratelli Tutti son la manera de alcanzar un mundo conectado. Y van a generar un cambio en nuestras vidas”; pero, aclaró, “la transformación comienza en casa”.
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La hermana Beatrice Hernández, miembro de las hermanas Franciscanas del Sagrado Corazón de Jesús y María (USA), explicó el grado de la conversión institucional.
Inspiradas en San Francisco de Asís, las hermanas entendieron que “todas las personas son en esencia una expresión de la divinidad de Dios”, y que “todos estamos llamados a vivir en armonía con nosotros y con la creación”.
De este modo, la hermana Hernández hizo un recorrido por las acciones ecológicas que la congregación lleva a cabo desde la década de los 70, entre ellas, la restauración de la tierra, la celebración del Día de la Tierra desde hace más de 40 años, y la creación de un sendero de paseo cósmico que cuenta historias de la creación de Dios.
“Las acciones sagradas para el planeta deben nacer desde la no violencia y de una conversión del corazón”, indicó.
El padre Edwin Borlasa, de los Misioneros del Sagrado Corazón de Filipinas, y miembro de la oficina de Justicia, Paz e Integridad, explicó el nivel socio cultural.
El religioso compartió el plan completo para un sistema libre de carbono, “comenzando por las pequeñas comunidades, y cubriendo al país entero”. El propósito es llegar a un ambiente que también este libre de residuos.
El padre Borlasa mostró diferentes ejemplos de las comunidades y sus acciones para la reducción del plástico y el reciclaje. “Debemos proteger a la naturaleza que nos alimenta”, animó.
Christina Leaño, directora asociada del Movimiento Católico Mundial por el Clima, terminó el diálogo con el anuncio de la Red de Oración por el Cuidado de la Creación, disponible en laudatosipray.org/es.
Este 20 de mayo, el MCMC lanzó esta red, que estará formada por comunidades contemplativas religiosas y laicas que acompañarán a todas las personas y especies más afectadas por la injusticia climática y ecológica.
“La oración es una parte crucial de la transformación. Esta red quiere que las instituciones católicas ayuden a las personas a llevar a cabo su conversión ecológica”, expresó Cristina, mostrando a las más de 200 comunidades del mundo que ya forman parte de la red.
Quienes participen asumirán un compromiso público para rezar por la creación en tres intenciones: por los más vulnerables; por la conversión ecológica de los individuos y comunidades; y por los frutos de las instituciones católicas en su trabajo por la casa común.
Se encargaron de moderar el evento la hermana Sheila Kinsey, FCJM y el hermano Alberto Parise, MCCJ, quien invitó a todas las personas a rezar y les recordó los beneficios de una vida dedicada a la oración con Dios.
«La oración une nuestra voluntad a la voluntad de Dios y en la oración, nuestra vida se sumerge en el amor que Dios da y que nosotros recibimos», expresó.