Este año he tenido la oportunidad de asistir al “campamento sostenible” en Ourem (Portugal) como voluntaria de Manos Unidas junto a otros jóvenes de diferentes organizaciones de CIDSE. Ha sido un buen momento para parar el estrés del día a día y reflexionar sobre el papel de cada uno en el cuidado de la “casa común”. Y es que la “Laudato Si’” nos llama a no ser impasibles, al contrario, nos anima a ser protagonistas de un cambio en nuestro estilo de vida, una conversión ecológica en el que cuidemos al Planeta y a las personas. Una conversión que debe de empezar en nuestro interior, reconociendo que es lo que debemos sembrar, cuidar, arrancar… para luego, dar lo mejor de nosotros mismos a los demás. Este llamamiento del Papa Francisco es el que debe alentarnos a ser una juventud comprometida con el planeta y trabajar por las personas. En el campamento he conocido muchas personas que me han enseñado este camino, gente comprometida con sus organizaciones y el planeta, trabajando por un mundo más justo, sostenible y solidario. Y sobre todo me han enseñado una máxima: ¡todos debemos ser motor de cambio!
Gracias a estas reflexiones y la vida en comunidad de estos días, me he dado cuenta de la riqueza que es vivir con sencillez. Y es que el contacto con la naturaleza, teniendo tiempo para reflexionar sobre nuestra vida, valorar las pequeñas cosas que ocurren a nuestro alrededor, etc., es un privilegio que no siempre tenemos y que me hace sentir feliz. Desde que volví he sentido esa necesidad de sentirme más cerca de la naturaleza y de ser más consciente de lo que implican mis actos cotidianos, intentado elegir de forma meditada las opciones más sostenibles (forma de transporte, cómo alimentarme, etc.). Este campamento ha sido un punto de inflexión para mí que me ha alentado a empezar mi conversión ecológica. ¡Gracias a todos los que habéis sembrado en mi corazón la alegría de vivir con sencillez!